Mi amigo Luis Javier me ha invitado a Gijón. Compartimos bastantes gustos y placeres. Mi amigo y yo procuramos lograr vivir de verdad, en lugar de evitar a la muerte como bien señala Rafael Reig.
Por eso acepté su invitación y me dediqué durante una semana a disfrutar de audiciones de piano. Si alguien les dijese que hay un lugar en el mundo donde va a escuchar a los que con seguridad serán los más grandes del mundo del piano, seguro que reservarían su plaza en Gijón – Asturias.
El » Festival Internacional de Piano de Gijón» aprovechó para romper la barrera formalista de las salas de concierto y se lanzó a la calle. Durante diez horas ininterrumpidas en el Paseo de Begoña un piano de cola estuvo sonando al lado del bullicio de un parque infantil. Jubilados en viaje de última hora se cruzaron con la belleza lejana de Amy Gustafsson de EE.UU que por un momento dejaba el teclado y se aplicaba a escribir en una pizarra blanca el nombre del intérprete y la obra a interpretar. Extraordinaria experiencia, un placer para los sentidos la mezcla de los ruidos de la calle, las cadenas de los cierres de la terraza en las últimas horas de la noche acompañando a Ran Dank de Islandia. La Norma de Bellini/Lizst envolviendo los giros de una pequeña niña. La referencia a I. Albéniz en la emoción de Irene Alfageme de España con el fondo de las sirenas de una ambulancia. De genial se puede calificar la oferta de este «Promenade concert».
Geniales han sido los conciertos en el Centro Municipal de Gijón Sur. Instalaciones impecables, en comodidad y sonido. Conciertos de hora y media sin descanso de lunes a jueves, totalmente gratis. He oído a Bach, Chopin, Scriabin, Liszt, Albéniz, Prokofiev, etc, etc,… Grandes intérpretes , jóvenes maestros . Me he emocionado con la fuerza de Stijn de Cock de Bélgica . Me he maravillado con el estreno de la obra dedicada a Blanca Uribe interpretado por Juan David Mora de Colombia .Aprecié la elegancia ante el instrumento de Oana Dinea de Rumania acariciando una balada de Chopin, con potencia en la mano derecha, a pesar del estúpido crítico que tenía a mis espaldas. Por cierto y por lo que quise entender había sido alumno en otro tiempos. Ahora había dejado de ser joven y no era capaz de asimilarlo. Así supe de sus 42 años frustrantes mientras se permitía estorbar la precisa interpretación de Amy Gustafson de EE.UU. enseñándonos «Los cuadros de una exposición» de Mussorgsky.
En fin, mi visita a Gijón ha sido completa. En otro momento quizá hablemos de otros pequeños placeres en los que incluiremos el atún rojo y la ventrisca de bonito.
Enlaces :