laso_clubprensaJosé María Laso falleció en Oviedo el lunes 21 de diciembre de 2009. Nació en Bilbao hace 83 años.  Afiliado al PCE en 1947, pasó ocho años en la cárcel y era experto en el pensamiento de Gramsci.

En su memoria y recuerdo , publicamos el artículo que escribió para El Catoblepas – Revista crítica (Nº 70 – Diciembre de 2007) :

Resistencia antifascista
y cárceles franquistas

José María Laso Prieto

En el penal de Burgos, conocido como la Universidad de Burgos
de los comunistas presos durante el franquismo

Algunos españoles participamos en la resistencia antifascista y nos vimos sumidos en las cárceles franquistas. En mi caso, puede ser útil conocer mi experiencia en ambos sentidos. Mi inicio en la resistencia fue muy precoz. Regresé de un exilio juvenil en Francia en el mes de diciembre de 1939. Pronto se me hizo asfixiante la atmósfera existente en el régimen franquista. Por ello, ya a mediados de 1943 decidí, mientras estudiaba en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao, publicar un periódico clandestino titulado La Libertad. Tenía por subtítulo «En un lugar bajo la tiranía franquista» y por lema de cabecera «Ni Franco ni Rey, República, libertad de Euskadi y emancipación de la clase trabajadora».

Al principio, tiraba un centenar de copias con papel carbón en una máquina de escribir de mi padre y los distribuía entre los estudiantes de dicha Escuela. Llegué a tirar una veintena de números de 1943 a 1947. El periódico sirvió de base para la constitución de un grupo antifranquista de diversas tendencias. Nos dedicamos a pegar pasquines en las paredes y lanzar propaganda en los cines. Después intentamos su lanzamiento con globos de aire caliente desde los montes próximos pero el viento no permitió nunca que cayeran en Bilbao. Fui aumentando la tirada de La Libertad hasta una cifra que llegaba a los siete mil ejemplares utilizando una multicopista de una oficina que nos facilitaba uno de sus empleados.

El 18 de Marzo de 1947 ingresé en el Partido Comunista de España a propuesta de dicho partido, cuando trabajaba en el laboratorio de la empresa Unquinesa. En 1948 cayó toda la organización clandestina de Vizcaya en manos de la Brigada político-social.

En 1952, después de haber organizado un círculo de estudios marxistas, participé en la reorganización del PCE en Vizcaya y Guipúzcoa. En el mes de marzo fui detenido por dicha brigada cuando formaba parte del Comité Local de Bilbao. La policía se enteró de que tenía una cita con la responsable del PCE en Vizcaya y trató de que se la entregase, lo que logré frustrar. Cuando me detuvieron ya habían caído los restantes responsables, por lo que sólo recibí un puñetazo.

Las torturas se produjeron en 1958. Permanecí detenido hasta agosto de 1953 en la vieja cárcel de Larrinaga y fui procesado por el tristemente célebre Coronel Eymar, que dirigió primero el Tribunal de Masonería y Comunismo y después –en mi caso– el de Espionaje y Comunismo de la I Región Militar. Antes de que se nos condenase, nuestro abogado logró que por incompetencia se nos pasase a la VI Región Militar. Salí en libertad provisional en agosto de 1953. Poco después reanudé mi actividad en el Partido. Prescindo de explicar mi segunda detención en junio de 1954, por carecer de interés.

A partir de 1956 constituimos –en un sótano con velas– el Comité Provincial de Vizcaya del PCE, y fui designado responsable de Agit-Prop, realizando una gran actividad como redactor-jefe del periódico clandestino Aurrerá.

Al producirse la huelga de mineros en Asturias, les expresamos nuestra solidaridad. Con tal huelga se produjo una redada de enlaces sindicales comunistas que llevó a mi tercera detención. Esta vez, fui torturado durante 22 días y no lograron vencer mi resistencia. Como consecuencia de ello, en el VI Congreso del PCE, celebrado en Praga, fui elegido miembro del Comité Central. Se envió un saludo a los presos políticos con sólo tres nombres: Simón Sánchez Montero, Miguel Núñez y yo mismo por considerarnos ejemplo de firmeza frente a las torturas.

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Presos comunistas en el penal de Burgos durante el Franquismo

En diciembre de 1958, en un Consejo de Guerra, celebrado en la calle del Reloj de Madrid, fui condenado a 12 años de prisión junto con otros compañeros. Nos llevaron tres meses a la prisión de Huesca, fuimos trasladados al célebre Penal de Burgos, que era la principal cárcel de los comunistas. Entonces, de dos millares de presos políticos, casi 1.900 eramos comunistas, seis eran socialistas y casi un centenar libertarios.

La gran potencialidad de los comunistas y su alta preparación hacía que la dirección del Penal no obstaculizase sus actividades clandestinas por temor a un eventual plante. Ello nos permitió obtener regularmente mejoras en el rancho y, dentro del régimen carcelario, otras mejoras.

La fundamental actividad nuestra era realizar cursos clandestinos de formación política, filosofía marxista y otros. Los cursos se realizaban en las Brigadas-dormitorios cuando se cerraban las puertas, o antes montando guardias. Había dos clases de cursos. Uno los generales, y otros más intensivos para los que denominábamos «libertos», es decir, a los que sólo faltaban seis meses para salir en libertad.

Tales cursos se desarrollaban durante varios años, con tal eficacia que mejoró extraordinariamente la formación general y política de los reclusos. Además se daban clases de cultura general en el salón biblioteca, por otros presos, exceptuando el maestro oficial que sólo lo hacía para los escasos presos comunes existentes en el Penal. Cuando salieron en libertad dos presos comunes que hacían de bibliotecarios, el maestro nos pidió al poeta Marcos Ana y a mí, que éramos los dos presos más asiduos a la Biblioteca, que solicitásemos ambas plazas. Nos vino rechazada la instancia por considerársenos «peligrosos», como comunistas. Por ello, el maestro, que nos necesitaba, nos pidió que solicitásemos plaza para la limpieza de la Biblioteca y vino aprobada.

En la práctica hicimos de bibliotecarios, sólo al cerrar por la tarde teníamos que realizar un barrido y los sábados un zafarrancho general. En el mismo salón se proyectaba cine los sábados y domingos. Además de películas contratadas, se proyectaban documentales. El maestro me pidió que le tradujese los de la Alianza Francesa y el Instituto Británico y, más tarde, los del Instituto Italiano de Cultura. Era para que figurase que leía tales traducciones para los presos, pero nunca lo hacía. Más tarde, el poeta Marcos Ana y yo elaboramos un mural en el que colocamos fotos de los actores y actrices que iban a participar en las películas, y algunas críticas de las mismas, por cuya visión se cobraba 1,50 pesetas por sesión. El mural se colocaba en un pasillo de acceso a la Biblioteca.

Más adelante el maestro me pidió que le preparase algunos textos para que él los desarrollase en unas supuestas conferencias. Fue muy comentado un curioso incidente. El maestro, con motivo de la visita de un inspector penitenciario, iba a proyectar la película Vista-visión visita México y quería que le hiciese un panorama general de la cultura mexicana. Lo hice, incluyendo un gran elogio a los muralistas mexicanos comunistas Diego Ribera, Siquerios y Orozco. Ni el maestro ni el inspector penitenciario se dieron cuenta, a causa de su escasa cultura, y los presos comentaron «Laso se la ha metido doblada a Paja Larga», que era como los presos denominaban al maestro por ser muy delgado y muy alto.

Por esta descripción de nuestra estancia en el Penal de Burgos puede producirse la falsa impresión de que los presos lo pasábamos muy bien. Sin embargo ello no da idea plena de la tragedia de los presos políticos, muchos de los cuales permanecían recluidos más de veinte años de prisión, con terribles consecuencias para su salud –varios fallecieron a causa de sus penalidades– y sufrimientos de sus familiares. Además muchas de las conquistas conseguidas hubo que alcanzarlas tras muchos años de plantes, luchas y sacrificios, partiendo de condiciones mucho más duras. Cuando yo estaba a punto de salir en libertad por primera vez –salí el 5 de julio de 1956– se inició una nueva etapa de lucha en reivindicación de la libertad de conciencia, pues se nos obligaba a asistir en cerrada formación militar a la misa y otros actos religiosos, y después a desfilar formados ante las autoridades. Se consiguieron tales reivindicaciones, pero no se obtuvo la colocación de estufas de serrín en los dormitorios, donde el frío era tan intenso que muchas veces se helaban los vasos de agua colocados encima de las taquillas o mesillas.

El poeta Marcos Ana durant su estancia en el penal de Burgos
El poeta Marcos Ana durante su estancia en el penal de Burgos

Durante mi estancia en el Penal me impresionó mucho el caso del poeta Marcos Ana, que permaneció veinte y tres años de prisión ininterrumpida por haber sido del Comité del Frente Popular de Alcalá de Henares. Su tremenda tragedia se refleja muy bien en sus poemas «Mi corazón es patio» y «A las doce todos los pulsos en hora», «Autobiografía» y «Prisión Central».

Marcos Ana organizó en el Penal una tertulia literaria clandestina titulada «La Aldaba» en la que además de otros cinco comunistas – Ángel Poyatos, Luis Quesada, el pintor Ciriaco Párraga, el poeta José Luis Gallego y el cineasta Manuel de la Escalera– se integraron en ella tres libertarios: Juan Gómez Casas –futuro Secretario General de la CNT–, el novelista Francisco Alcaraz («Pajarito») y Fornés. En esta tertulia realizamos varios actos culturales, como un debate sobre la novela Doctor Zhivago, unos homenajes al poeta Miguel Hernández y a Albert Camus, por entonces fallecido en un accidente.

Biografía de José Mª Laso

Hablando de Laso

Obituarios
# Obituario de José María Laso en L.N.E de Oviedo
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José María Laso Prieto (1926-2009) in memoriam en Teleasturias