La Plaza del Ángel es un lugar de nombre incierto. No se perciben ni la plaza ni el ángel. Es un buen punto de partida para mantener una conversación irreal en el espacio y en el tiempo. De fondo tal vez se oiría el saxo de Bob Sands desgranando “Out and about” en el cercano Café Central.

Es en ese escenario donde pudiera tomar forma una conversación que no hubo con la guionista y realizadora Ángela Accorsi .

Si así hubiese sido hablaríamos de su primer largometraje. El documental “Arderás”.

  • – La voz de la narradora dice “… hay que tomar las riendas de la propia vida”
  • – Es mi voz. Yo soy la narradora
  • – No podría ser de otra manera. Esa es la almendra de la historia
  • – ¿Almendra?
  • – Frutos con hueso. Todos tienen su almendra dentro del hueso
  • – ¿Y qué hacen los frutos, los huesos y la almendra en mi documental?
  • – En lo más profundo del fruto está su idea original, su razón de ser . La almendra dentro del hueso. Aquello sin lo cual el fruto no existiría. Una buena historia necesita una almendra.

A partir de ese momento resultaría más fácil hablar y saber que en cada historia humana hay una almendra que justifica y da sentido a la existencia de la personas.

  • – El derecho a vivir bien. El derecho a proyectar en el futuro el  cómo ser dueños de nuestro morir. De morir bien. Y con una Ley que respalde ese derecho.
  • – Eso significa llegar más allá de la compasión, la pena y el dolor.
  • – Las emociones duran poco. Llegan hasta que el tiempo diluya el recuerdo.
  • – No se trata de cambiar el mundo. Solo experimentarlo.

Podríamos haber hablado de los derechos y libertades humanos, de nuestro futuro, de la decisión de morir y hacerlo bien. Hablaríamos llegado el caso de EUTANASIA, lo haríamos sin miedo, sin prejuicios y sin servidumbres morales y religiosas.

De muchas cosas podríamos estar conversando mucho tiempo

  • – La narradora dice “..tomar las riendas de la vida”. Tomar el control.
  • – Es imprescindible cuando el final de la propia vida se vuelve inestable o confuso. Cuando se pierde la capacidad de decidir.
  • – Es ese el momento en el que aparecen las emociones sin solución , el dolor y la pena negra…
  • – Es necesario saber que se puede disponer el final de la vida, que se pueden ordenar los acontecimientos vitales. Es el punto de la acción sin vueltas ni titubeos. Decidir. Controlar.

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Podríamos haber tenido esa conversación inexistente en un lugar improbable. No la tuvimos , al menos con este formato. Fue mejor. Tuve el privilegio de acompañar al equipo de grabación en su trabajo con el sonido del Mar Cantábrico de fondo.

Hemos acompañado a mi amigo “Martín” durante tres días. El sabe que la ciencia le ha señalado un plazo de pocos meses de vida. Hemos hablado con él de sus emociones, de sus miedos. Le hemos acompañado en sus paseos por el monte, también cerca del mar. Su mundo vital. Nos contó como la ansiedad desaparecía. Nos dijo que podrá decidir como y cuando podrá llevar a término una biografía rica en experiencia. Sentimos su satisfacción y amor a la vida. Por eso su necesidad de morir bien.

Solo eso.